La serpiente del fracaso es la más temida de la sala de reuniones

October 2, 2023

Hemos sido educados en muchas ocasiones a través de frases del tipo; “En la vida se aprende a base de golpes (a veces incluso cambiando el término golpes por otro mucho más agresivo y menos elegante), también hemos escuchado infinidad de veces eso de “Con los errores se aprende” o ese muy poco halagüeño que expone: "el aprender es amargura, el fruto es dulzura" y por supuesto, no podía faltar el favorito de nuestro progenitores que siempre verbalizan con una sonrisa “cuando seas padre o madre comerás huevos” y no estoy segura de que cuando te conviertes en padre o madre comes más huevos o te haces vegano lo que sí es cierto es que no sólo se aprende a base de errores, también se aprende de las buenas prácticas e incluso de los experimentos. Pero para que el aprendizaje se ancle no sólo hay que vivirlo y experimentarlo también hay que interiorizarlo, ponerle consciencia y desde luego ver las consecuencias que todo ello supuso.

Así que ¿Por qué no aplicar una herramienta de Management 3.0 que te ayude a desgranar los aprendizajes?

La “Matriz de aprendizaje” fue la gran dinámica que el equipo de AMAGI quiso experimentar con un grupo de trabajo de Repsol.

Y ¿En qué consiste?

La “Matriz de aprendizaje” compara los comportamientos del equipo con los resultados y para ello, se crea un bonito mural con seis cuadrantes divididos por una línea diagonal, que como metáfora de la vida será la barrera del bien y del mal. La frontera entre lo que suma y lo que resta. El camino divisorio entre aquellas prácticas que fueron un fracaso y aquellas en cambio, que finalizaron con una buena celebración entre los integrantes del equipo por el éxito que supusieron.

Los seis cuadrantes, se rellenarán con los comportamientos y cuando todo esté completo podremos sacar ciertas conclusiones como, por ejemplo:

·      Que las buenas prácticas generalmente conducen al éxito pero que, en ocasiones, por el contexto, por la situación o por estímulos externos que ni a veces comprendemos también éstas pueden fallar.

·      Incluso podremos llegar a la conclusión de que los comportamientos erróneos pueden conducirnos en un alto porcentaje al fracaso, pero a veces nos llevan directos al estrellato; como ocurrió con el post-it, con el microondas, las patatas fritas o la propia Coca- Cola, ¡gran error éste por cierto! teniendo en cuenta de que es la bebida más venida a nivel mundial y nació como jarabe digestivo.¡Benditos pues los errores si somos conscientes de ellos! Porque quizás nos abren todo un mundo de posibilidades.

·      Podemos descubrir al que algunos experimentos que hemos intentado con valentía y mucha inseguridad no han obtenido el resultado soñado, pero también podemos descubrir cómo con valentía, con inseguridad y con altas dosis de fe, a veces estos experimentos nos hacen sonreír de alegría al descubrir que son un triunfo.

¿Cómo rellenar cada uno de los cuadrantes de una forma dinámica, entretenida y apostando por el aprendizaje acumulativo?

Con el equipo de Repsol, apostamos por un tradicional pero siempre constructivo “World Café”. Y visto y no visto con tres mesas diferentes; errores, experimentos y buenas prácticas obtuvimos una ristra de comportamientos que quitaron vendas, que ofrecieron realidades y que aportaron conclusiones donde el aprendizaje se hizo más presente que nunca. Y este aprendizaje fue considerado óptimo cuando alcanzaron una probabilidad de 50/50 de tener éxito.

Porque a muchas personas no nos gusta la idea de fallar. De hecho, para David & Tom Kelley de Creative Confidence; “Una de las serpientes más temibles de la sala es el miedo al fracaso, que se manifiesta de maneras tales como el miedo a ser juzgado, el miedo a comenzar y el miedo a lo desconocido”.

Y es que, a veces para avanzar en la visión de futuro, es importante entender qué errores hemos cometido, qué experimentos nos hemos atrevido a hacer y qué buenas prácticas nos han ayudado a dar un pasito y otro más en la escalera del avance y la trasformación.

Lo único que queda para seguir reflexionando es cómo nos responsabilizamos para que nuestros equipos no sientan ese temor a la serpiente del fracaso. Cómo rebajamos el volumen o la importancia al fallar si esto no supone una decisión de vida o muerte, como desde la comprensión, la compasión y el escuchar sin juzgar, sin gestos de hastío y con actitud facilitadora podremos amordazar a esa serpiente capaz de evitar patatas fritas y Coca-Colas.

Desde AMAGI amordazamos las serpientes del fracaso que aparecen en las organizaciones con “Matrices de aprendizaje” y con otras muchas herramientas.

¿Te atreves?